Debe ser que Dios castiga mis pecados. Siempre le pedido al Altísimo nos mande unas autoridades que vivan en el mundo real, pero es una gracia que no mismo alcanzo y ahora volvió a pasar con la reciente prueba de acceso a la universidad: la prueba se ha transformado en Transformar, aunque en esencia se evalúan cosas similares a las que las pruebas del pasado: razonamiento lógico, verbal, matemático.
Va una década en la que se han establecido, primero la horripilante prueba ENES, convertida luego en Ser Bachiller, en EAS y ahora en Transformar, modificadas, me temo, solo por su impopularidad, prueba de que ninguna fue un instrumento técnico, realista y correspondiente a la realidad del país.
Es increíble que años después de la implantación del primer examen no se haya establecido lo más simple y lo más práctico, esto es, un proceso que siga dos líneas: la verificación de la vocación del joven aspirante y sus conocimientos esenciales para emprender los estudios de su carrera.
Lo primero es esencial para evitar que los jóvenes tengan como opción seguir una carrera por pura novelería, porque su nombre suena bonito, pero sin tener idea de en qué consisten esos estudios y cómo es el trabajo una vez graduados.
Esto se conseguiría con seminarios de dos o tres días para los jóvenes bachilleres, que versen sobre lo que realmente es cada una de dichas carreras y a lo que van a enfrentarse en ellas y en la respectiva profesión, a fin de aclararles dudas, romper ideas frecuentemente erróneas que los jóvenes tengan sobre las profesiones y evitar que se inscriban en una carrera por mala información y que, seguramente, abandonarán en los primeros meses o ciclos, con lo que quitan un cupo a alguien que realmente tenía vocación y además perderán valioso tiempo.
Lo idóneo sería aplicar a los aspirantes test vocacionales y de aptitud que ayuden a determinar si él o la joven aspirante a la universidad realmente tiene las condiciones para seguir tal carrera, orientarles a sus verdaderas aptitudes y luego una prueba de conocimientos para con ella establecer los mejores puntajes. Dicha prueba debería ser pertinente para cada tipo de carreras (por ejemplo: ingenierías, Ciencias Médicas, Artes, Docencia, Matemáticas y Ciencias Aplicadas, etc.) y diseñadas por las universidades.
Sin embargo, se debería tener la precaución de que estos cuestionarios sean sobre los conocimientos que hayan sido impartidos a los estudiantes y no sobre los temas que las universidades suponen que un chico conoce, pues pueden incurrir en errores y cometer graves injusticias con los jóvenes al preguntarles lo que nunca les enseñaron.
Si el número de aspirantes a la universidad es muy superior a los cupos disponibles la prueba de acceso es ineludible, ojalá un día se aplique una prueba idónea y justa…. voy a seguir rezando.
Ah y también rezaré porque, también algún día, los sistemas informáticos de a gato, funcionen, pues bastantes veces fallan: bachilleres, pensionistas, profesores que elevan registros y así. (O)