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01/03/2021El acelerado paso del tiempo deja huellas y recuerdos, marca acontecimientos de alegría y de dolor. Días atrás el cielo de Cuenca se cubrió de tristeza porque hay sucesos cuya realidad, la mente y el corazón no se resignan a creer, porque parecen imposibles, me refiero a la partida física del Dr. Leoncio Cordero Jaramillo, un ejemplo de galeno comprometido con su comunidad, querido y estimado de todos por su carácter dulce, que le era tan espontáneo y natural. Mucho se asemeja al sol y el médico bueno, así como el sol ilumina y calienta el mundo físico, Leoncio Cordero, iluminó con su diáfana luz de su claro entendimiento el mundo moral y abrigó el mundo de las almas confiadas en su apostolado.
Él era bueno con los buenos y con los malos, cual lo es el astro rey con las flores del hermoso valle tomebambino. Vivió más allá de un siglo, percibiendo el aire pretérito y contemporáneo, vio desfilar en el sendero de la historia múltiples acontecimientos de la comarca y la patria, como escritor y médico de las humanas dolencias. Leoncio Cordero Jaramillo conjugó la ética con su vocación de servicio a favor de los más necesitados, como bien se refleja en una entrevista que le hiciera la revista Avance de Cuenca, sosteniendo que “la ciencia ha tenido grandes avances en el campo médico, pero grandes retrocesos en la sensibilidad humana con la que antes se ejercía la profesión”.
Fue dotado de talento preclaro y vigoroso, de valor inquebrantable y de dignidad superior a toda prueba, virtuoso y honrado como ciudadano modelo de la más rígida y pura moral. En estas letras soy portador del testimonio de la profunda tristeza y de la entusiasta sinceridad con que Cuenca y la patria rinde homenaje al ciudadano esclarecido, depositando sobre su tumba las flores de esperanza y lágrimas del afecto y del reconocimiento.
Son múltiples los frentes y las trincheras, desde donde el Dr. Leoncio Cordero Jaramillo, combatió en contra del dolor, como catedrático universitario, escritor, pensador preclaro y humanista a carta cabal. Me es un alto honor haber sido su amigo compartiendo historias de la Cuenca de antaño. La ciudad y el país tienen una gran deuda para justipreciar su entrega al servicio del pueblo. Comparto el dolor de su amada familia, ¡! Paz en su tumba ¡! (O)