Que se vayan todos
26/06/2022Padres agradecen ayuda de entidades públicas y privadas para el retornos de sus hijos
26/06/2022A propósito del Paro Nacional y la actitud asumida por ciertos sectores de la población, frente a los miembros de varias nacionalidades de nuestro país, inicio este artículo de opinión rechazando frontalmente las manifestaciones de racismo, clasismo y aporofobia. Frente a esto, se hace necesario recorrer la historia del Ecuador y encontrarnos con las primeras presencias de estos importantes sectores étnicos, que forman parte de nuestra diversidad. En el territorio en dónde está sentado nuestro país, en la colonia era un mercado de abastecimiento de mano de obra, donde se hacían los trámites requeridos para la compraventa de esclavos negros e indígenas.
El Ecuador no ha logrado erradicar la discriminación racial y el sistema que da privilegios a quienes se consideran como superiores, marginando de los diferentes espacios de poder a los afrodescendientes y a los indígenas. La discriminación racial se apoya en la exclusión o preferencia, basada en motivos de linaje u origen étnico, que anula el reconocimiento, goce o ejercicio en condiciones de igualdad de derechos. La Constitución de la República declara a nuestro país como un estado plurinacional y multicultural, pero este estado aún no existe, es necesario construirlo. Debemos trabajar sobre una política contra la discriminación racial, la equidad económica y social, incluir acciones en educación, comunicación, legislación, etc. Su aplicación debería permitirnos construir una sociedad incluyente y una ciudadanía plural.
La discriminación y el racismo atacan a la esencia de la dignidad de las personas porque intentan dividir a la familia nacional, a la cual pertenecemos todos los individuos y pueblos. La historia ha demostrado repetidas veces que cuando se permite que la discriminación, el racismo y la intolerancia echen raíces en la sociedad, destruyen sus mismos fundamentos y la dejan dañada durante generaciones. Encaminarse hacia un mundo en el que no exista el racismo no es tarea fácil, requiere de voluntad política y un compromiso a largo plazo, que muy poco hemos avanzado en nuestro país hasta ahora.
Somos conscientes de que la historia está repleta de injusticias generadas por el poder económico, por la falta de respeto a la igualdad, observamos con alarma la intensificación de esas prácticas e instamos a esos sectores de poder y a los ciudadanos, a que desistan del racismo y del uso de expresiones despectivas y de estereotipos negativos. Al final falta mucho por hacer para tener un país que, goce de los derechos en plenitud, siendo todos respetados en su totalidad. Mi solidaridad con las organizaciones que luchan contra todo tipo de discriminación y de manera especial con la Conaie y otras organizaciones sociales que se unieron a la lucha, demandando una sociedad más equitativa y justa. (O)