Inicio mi artículo de opinión, señalando que el término y concepto de “política” no debe ser descartado del análisis en los diferentes segmentos ciudadanos. No es mala palabra, es fundamentalmente un derecho humano y una obligación que tenemos los habitantes de ejercerla a favor de los intereses colectivos. Es nuestra misión regenerarla en su concepción y en su práctica, basada en una real acción de participación ciudadana, rebasando incluso a la denominada democracia representativa.
La idea de participación está muy presente, ya se individualmente o reunidos en colectivos sociales, como base de la libertad de expresión. Por ejemplo sería bueno que en el Gad municipal de Cuenca, se implementen instrumentos apropiados para garantizar la participación democrática de los ciudadanos en la formulación, el ejercicio y la evaluación de las políticas públicas de ciudad. La prolongada crisis de la democracia representativa nos debe obligar a cambiar de rumbo.
Participación ciudadana y regeneración de la política, son dos conceptos que van de la mano, que nos permite descartar la visión que tienen ciertos “políticos” a compartir sus responsabilidades de gobierno por considerar que la participación no es un derecho democrático fundamental sino una concesión generosa. No es la política únicamente la que está degenerada, sino los “políticos” que se amparan en ella. Regeneración es renovación moral, de modo que quienes clamamos por la regeneración, pensamos que la política no es mala en sí misma, se apoya en un comportamiento ético y que nunca ha sido un oficio tendente exclusivamente a lograr el beneficio de quien la ejerciera, sino a conseguir el máximo bien posible para los ciudadanos que vivimos sometidos a sus decisiones.
Invito al ciudadano a sentirse protagonista de las decisiones de ciudad y no ser un simple espectador, y por ende a participar en la política. Se hace necesaria por lo tanto una nueva praxis política que profundice en la democratización promoviendo la participación y la interacción ciudadana. Se ha hecho costumbre escuchar a ciertos “políticos” locales decir, que los ciudadanos que discrepan de sus puntos de vista, están haciendo política, descartan de antemano la posibilidad de que, desde la ciudadanía, se ejerza el derecho a la opinión y porque no decir a la práctica política, con visiones incluso más reales y apropiadas de hacer ciudad a favor de los sectores más excluidos y olvidados. (O)