La mayor parte de los residuos que contaminan los océanos no llegan directamente desde barcos o actividades marítimas. En realidad, su viaje comienza en tierra firme: calles, alcantarillas, quebradas, ríos y finalmente el mar. Este trayecto silencioso es conocido como “el camino invisible de la basura”, un proceso que tiene consecuencias devastadoras para la biodiversidad, la salud humana, la economía local y los ecosistemas.
En promedio, se estima que entre 8 y 13 millones de toneladas de plástico terminan en los océanos cada año, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Este plástico, que tarda cientos de años en degradarse, afecta a más de 800 especies marinas, desde aves y tortugas hasta grandes mamíferos como ballenas y afecta a sectores estratégicos como la pesca.
Pero, ¿cómo es que estos desechos llegan hasta el mar? El trayecto comienza cuando la basura no es gestionada correctamente: se acumula en calles, aceras, quebradas y espacios públicos. Luego, con las lluvias y el viento, estos residuos son arrastrados hacia las alcantarillas y sistemas de drenaje, que a su vez desembocan en ríos. A lo largo de su recorrido, los ríos funcionan como canales naturales que transportan esta basura, especialmente los plásticos, desde el interior del país hasta las desembocaduras en el océano.
La mayor parte de la basura que termina en los océanos tiene su origen en las ciudades y zonas urbanas donde existe una gestión inadecuada de los residuos, así lo enfatiza Andrea Lema, directora País de Ichthion. “Este fenómeno se agrava cuando no existen sistemas de gestión eficientes y educación limitada sobre la separación en la fuente. Así, sin que muchas veces lo notemos, lo que comienza como una botella tirada en la calle puede terminar afectando a la fauna marina a cientos de kilómetros de distancia.”, señaló Lema.
Según un estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, en Ecuador aproximadamente el 80% de los plásticos que llegan al océano provienen de ríos y caudales contaminados del territorio continental. Estos residuos son arrastrados por las corrientes hasta las costas y representan una seria amenaza para la biodiversidad marina, incluyendo a 52 especies registradas en Galápagos lo cual agrava la crisis ambiental marina y pone en riesgo múltiples ecosistemas.
Consejos prácticos para prevenir la contaminación marina
Separar en la fuente: Clasificar de forma adecuada los residuos reciclables (plástico, cartón, vidrio y latas) y entregarlos a recicladores de base o puntos de reciclaje certificados.
No botar basura en la calle: Incluso los residuos pequeños como envoltorios o colillas de cigarro pueden terminar en ríos y océanos.
Participar en limpiezas comunitarias: Las jornadas de limpieza en ríos, quebradas o playas ayudan a acortar el trayecto de la basura.
Mejorar los sistemas de gestión de residuos: Apoyar políticas de economía circular y Promover normativas que incentiven el reciclaje, la reutilización y la producción responsable.
Educar e informar: El cambio empieza desde casa, pero se multiplica cuando más personas conocen el impacto de sus hábitos.
“Prevenir la contaminación de los océanos no es solo proteger a los animales marinos, es también defender nuestra salud, economía y futuro. Cada acción importa”, enfatiza Lema de Ichthion.
El trayecto de una botella plástica arrojada a una calle puede parecer inofensivo, pero su destino final podría ser el estómago de una tortuga marina. La gestión adecuada de residuos es una responsabilidad compartida, se fortalece con políticas públicas y se consolida con la participación activa de actores empresariales y sociales.





