Hace dos meses, la asambleísta Rosa Cerda nos dejó locos cuando exhortó, -aconsejó o no se sabe qué mismo- a sus coidearios y funcionarios al proclamar en discurso público proclamó: “si van robar, roben bien. Justifiquen bien. No se dejen ver las cosas…” Por lo visto, las palabras de Rosita cayeron en hoyo negro porque reciencito, doña Lupe, la presidenta de la Asamblea Nacional, se ha dejado ver la cara, digo, las cosas.
Esto, porque los recientes gastos realizados por su colega amazónica doña Lupe Llori, presidenta de la Asamblea, son gastos respaldados pero peor que injustificados son injustificables y con tufo rancio, todo para eventos de la Asamblea para lo cual se ha suscrito un contrato por 100.000 dólares, donde algunos componentes son: empanadas a 6 dólares; cenas a 45 dólares el plato; y a 12,50 dólares el plato básico. Doña Lupe, además, pidió un reembolso de 423 dólares por su alojamiento de una noche, en un hotel de Tena.
Desde luego que los montos, los contratos, son bagatelas insignificantes ante los millonarios negociados, los despilfarros y coimas de los grandes contratos petroleros, de las refinerías, de las hidroeléctricas, pero no se trata de medir el tamaño de los pecados, se trata de la decepción que nos causa doña Lupe por “dejarse ver las cosas” con sus malas actitudes, ridículas en dimensión, pero igual de deplorables que los negociados de siempre.
Doña Lupe decepciona inmensamente. Cuando fue electa presidenta de la Asamblea nos alegramos porque era la primera vez que alguien de un partido alternativo como Pachakútik, distinto a los tradicionales, llegaba a tan alta representación y si era una mujer, mejor. Sin embargo, sus acciones legislativas y administrativas han sido flojas, magras mejor dicho: poca ejecutividad, poca transparencia y disparates como esos contratos o ese de la fallida compra de vehículos de alta gama.
Por el contrario, el país espera de ella que, como cabeza del Legislativo, haga una conducción para la aprobación de leyes útiles para la Patria. De ella depende la preparación de la agenda de trabajo del pleno para tramitar las leyes urgentes como las reformas laboral y tributaria, unificar las iniciativas que los legisladores tengan para recuperar el empleo y la producción, lo demás por ahora es paja quemada.
Enseguida, responsabilidad de la presidenta de la Asamblea es movilizar a la secretaría y a las bancadas para unificar los proyectos de ley de una misma materia, el hacer avanzar la discusión de proyectos de ley pendientes que ya están para segundo debate, el fomentar la sistematización de normas y la codificación de las leyes dispersas… eso por lo pronto, con esa agenda básica estaríamos más que conformes, pero de eso estamos a distancias planetarias. (O)