En esta fecha deben reunirse algunos de los mejores aspectos de lo que significa el verdadero sentido de la Navidad para el mundo cristiano, que las personas compartan mantel y amor fraternal en un espíritu comunal, que rompan con la agitada vida materialista. Pero, al mismo tiempo hacen brillar algunos de los peores elementos del consumismo y la falsa pretensión que han llegado a impregnar el tejido social: filas interminables de seres humanos zombificados tropiezan sin verse unos con otros, deambulan por centros comerciales pretenciosamente decorados en busca del último e inútil artilugio, lo que confirma una vez más que la única manera de expresar el valor en la sociedad del capitalismo tardío es a través de la acumulación de mercancías inútiles, incluso cuando sabemos que incontables seres humanos duermen en las gélidas calles todas las noches o en este mismo día no tendrán nada que comer.
Los publicistas y la tradición, nos pintan las navidades como las fechas más entrañables de todo el año. Son días de amistad, para compartir con la familia, días para perdonar y ser perdonado. Hasta aquí todo bien, pero lo peor de todo es que utilizan toda la artillería de qué disponen para jugar con nuestras emociones y sentimientos porque nuestra realidad es muy distinta a la que nos quieren hacer ver.
Los sentimientos de depresión y ansiedad que provoca la Navidad, sumado al consumo de alcohol es otro problema bastante común. Durante estas fechas de “celebración” es frecuente recordar a los seres queridos que ya no están, este es el principal motivo de la tristeza. La publicidad es otro de los factores que influye en el estado de ánimo, el bombardeo de anuncios que reflejan familias felices y colmadas de regalos, que invita a reflexionar sobre nuestra propia situación personal, económica o de cualquier otra índole en esta sociedad de inequidad.
Es necesario señalar que el capital ha convertido los encuentros familiares en mercancía, donde lo importante es gastar y gastar, eso no debe suplir el verdadero momento de encuentro, reencuentro, afecto, reciprocidad y hasta el periodo de realizar un balance de nuestros actos para efectuar la necesaria planificación de lo que nos propondremos como meta para el futuro.
El verdadero sentido de la Navidad en nuestra agitada sociedad es la excepción, compartir modestamente, abrazar con sinceridad a familiares y amistades, celebrar la vida y la salud como los mejores regalos, no solamente en esta fecha sino en cualquier día del año. Nuestra misión amigo lector debe ser trabajar por una nueva humanidad. (O)
