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17/01/2025Empieza a calentarse las calles, las tarimas, los escenarios, las redes sociales, los eventos propios o ajenos, no solo de ahora sino desde hace algunos años. Los protagonistas políticos muy pocos aplaudidos y en gran parte pifiados, que tienen como objeto promocionar sus “figuras”. La gente comenta, se goza y se mofa, el meme al orden del día. Más allá del humor se manifiesta el dolor por promesas no cumplidas y falacias cotidianas. En este marco, vamos a referirnos a la ética pública, que no se trata exclusivamente en la búsqueda del bien y esencialmente la práctica de éste, sino que específicamente se refiere al uso del poder político de quienes administran el país.
Lamentablemente continúan los abusos de los recursos públicos para la promoción de sus precandidaturas, que deben ser calificados como peculado por parte de la Contraloría General del Estado. Ningún servidor público está exento de las responsabilidades a que hubiere lugar, por los actos realizados en el ejercicio de sus funciones, y en el caso de incurrir en aquello, serán sancionados administrativa, civil y penalmente por el mal uso de fondos estatales. La restricción de utilizar recursos económicos o bienes, se fundamenta en la Constitución del Ecuador, en la Ley Orgánica de la Contraloría General del Estado, en el Sistema de Control, Fiscalización y Auditoría del Estado y en la Ley Orgánica Electoral y de Organizaciones Políticas de la República. Exhortamos a la Contraloría y al Concejo Nacional Electoral, actuar frente a los abusos en la utilización de recursos públicos y privados.
Los bienes de las entidades y organismos del sector público deberán emplearse únicamente par a los fines propios del servicio público, y que es prohibido su uso para fines políticos y electorales. Al aprovechamiento de los recursos públicos, va de la mano del clientelismo político, que es la antítesis de la participación ciudadana, con la utilización abusiva del poder para lograr votos a favor suyo y de su tienda política. Los ciudadanos pasan entonces a ser clientes y entregan su voto a cambio de favores: un puesto de trabajo, una canasta de alimentos, materiales de construcción, dinero en efectivo y todo lo que la imaginación pueda concebir. Que nadie crea, entonces, que por tener estructurado un sistema clientelar tiene asegurado el triunfo electoral y que nadie crea que por enfrentarse a un oficialismo de estas características tiene asegurada la derrota. (O)