En los Andes la agricultura, el abastecimiento de agua potable y otros usos dependen de zonas de captación y almacenamiento natural de agua ubicadas en las áreas de páramo sobre los 3 200 m s.n.m. El páramo es un ecosistema que, por sus condiciones de clima, suelo y vegetación tiene una altísima capacidad de regulación convirtiéndose en una especie de “tanque de reserva” para el abastecimiento de agua. Así cualquier actividad que altere alguno de los componentes de estos ecosistemas alterará la función y los servicios que estos nos brindan, entre ellos el agua.
Adicionalmente están los efectos de cambio climático, que nos obligan a reforzar el cuidado de los ecosistemas que brindan estos servicios ambientales. La intensificación de los fenómenos hidrológicos, provocada por el cambio climático significan mayor intensidad de precipitación (mayor cantidad de agua en menor tiempo) y sequias de mayor severidad y extensión. Si a lo anterior sumamos actividades que degradan o alteran los ecosistemas como la implementación de infraestructura, el impacto se magnifica a la par que la brecha de incertidumbre sobre qué efectos esperar, se extiende.
El agua, su cuidado y conservación están posesionadas en el centro del discurso político, logrando polarizar la percepción del agua más allá de las medidas y políticas necesarias para su cuidado. Para algunos los enunciados o declaraciones al respecto del cuidado del agua tiene tintes de atraso, de pérdida de oportunidades, particularmente cuando de explotación de minerales se trata. Aunque un altísimo porcentaje de la población reconoce que “el agua es vida”, la vinculación entre los ecosistemas, los procesos y los impactos suele estar velada.
Es necesario visualizar al agua en su contexto más amplio, en el análisis de la calidad y cantidad se determinan para la mayoría de los usos su potencial de aprovechamiento y las necesidades de acondicionamiento para determinado uso (por ejemplo, la potabilización), sin embargo, quedan de lado aspectos como los riesgos asociados tanto al exceso como la escasez, las necesidades intrínsecas de los ecosistemas, etc.
Las condiciones ambientales y el deterioro continuo de los ecosistemas han marcado el interés en la conservación de los ecosistemas y la integración de estos en la planificación llegando a otorgarles derechos, incrementando la tensión cuando se trata de restringir o restituir el uso de los servicios ambientales que estos brindan a fin de procurar no exceder los límites que marquen un punto de no retorno.
Con todo lo anterior resulta fundamental trabajar con conceptos que integren todos los aspectos del agua, como es el de seguridad hídrica, enfocada en salvaguardar el agua en cantidad y calidad para que sea accesible al consumo humano, el desarrollo socioeconómico y protegiéndola de la contaminación y desastres naturales, preservando los ecosistemas en un clima de paz y estabilidad política. (I)