El pasado 10 de diciembre se celebró el Día internacional de los derechos humanos, una fecha que nos hace repensar acerca del rol que cada uno de los ciudadanos debemos cumplir con nosotros mismos y con los demás, con la finalidad de garantizar este intangible a favor de las individualidades y las colectividades. Se hace necesario entender que todo un siempre y de manera especial en estos últimos años se ha denotado un deterioro descomunal de las relaciones entre miembros de las comunidades, marcada por la imposición de la lógica del poder y de los intereses frente a la lógica de la dignidad.
No olvidemos, que los derechos humanos se basan y se complementan con los derechos de la naturaleza y de nuestros cohabitantes los animales. Esa visión antropocéntrica, miope y egoísta, lacera el fundamental de los derechos como es la vida; por eso, toda vulneración de un derecho humano es un delito de lesa humanidad, es la especie entera la que lo sufre. Si no somos capaces de admitir, que los derechos humanos deben ser más fuertes que el poder más fuerte, y que toda nuestra acción política ha de ir orientada a alcanzar ese objetivo, nos perderemos en el laberinto de los matices.
Cada día, los medios de comunicación, a través de fotos, reportajes y testimonios, nos cuentan historias de violaciones de derechos humanos, dejándonos sin palabras y con sentimientos de impotencia. Sin embargo, lo que nos muestran es solo una pequeña parte de la vulneración de derechos que afecta a miles de personas cada día, desafortunadamente, existe otra cara invisible relacionada con los derechos humanos que no aparece en las portadas de los periódicos.
El activismo por los derechos humanos van más allá de los murales bonitos hablando de vida, de paz, de dignidad, de respeto, de equidad, lanzando globos al aire. Cada comunidad tiene como misión velar por el cumplimiento de los derechos humanos. En el caso de Cuenca, se hace necesario trabajar de manera integral la problemática, a fin de establecer políticas públicas que los garanticen. Debemos hacer valer el derecho a la ciudad, a la movilidad sostenible, a contar con suficientes áreas verdes, a la seguridad, la educación, etc.
Hacemos un llamado para hacer visible lo invisible y para luchar contra la aceptación tácita de situaciones de discriminación y explotación. Una de nuestras prioridades es que los vulnerables y excluidos, tengan una vida digna basada en equidad y amor fraternal. (O)