El privilegio de poder pagar
13/10/2020Relatos y contrarrelatos: ¿De la democracia bajo ataque?
16/10/2020Hasta siempre amigo Rubén Darío Soliz Cabrera
“La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida”. José Martí.
Rubén Darío Soliz Cabera, médico emblemático, humanista y humanitario se constituyó en un baluarte de la idea vanguardista de la docencia, servicio, cambio, compromiso, libertad y transformación social. Generó reconocimientos espontáneos en la mente y en los corazones de quienes lo conocimos y admiramos, siendo nuestro deber mantener latente y vivo su mensaje, sus vivencias y benéficas acciones colectivas.
Sus colegas, compañeros, familiares, pacientes, obreros y trabajadores, lo evocamos y añoramos como un ejemplo de vida, como maestro de maestros, un prestigioso y querido profesor de medicina, un forjador de sueños reivindicativos, una conducta proactiva y propositiva que deseaba cambios estructurales para lograr una mejor distribución de los recursos a los más desposeídos.
Ejerció su profesión con sentido de apostolado y solidaridad. El Colegio de Médicos del Azuay, ejerciendo un acto de probidad, le confirió la Presea Timoleón Carrera Cobos por su vocación de apoyo a la comunidad, y por “haberse distinguido eficientemente en labores académicas, sociales y gremiales”.
El Dr. Rubén Soliz fue un referente exitoso de una trayectoria reivindicativa y de acciones ejemplares, un compañero de los pacientes, un forjador de luchas igualitarias, y por ello continuará y permanecerá entre nosotros, como un universitario y benefactor, brindando lecciones y enseñanzas.
Defensor de la Salud, Decano de Medicina en varias ocasiones, Concejal, maestro de generaciones académicas, activista gremial y del pueblo, constructor de ideales, utopías y realidades, referente de abnegación, integridad y sacrificio, creador de espacios y tiempos para los más desposeídos. Un hombre con principios y valores irrenunciables, un luchador inquebrantable por comunidades más justas.
Perdemos a un maestro, a un entrañable compañero del camino. Es más dolorosa su muerte por haber estado en todo momento más cerca de nuestros sentimientos, afectos y amistad. Una persona como Rubén no se extingue, quedan sus obras, su legado ético de compromiso colectivo, su lucha inclaudicable por la justicia social.
Reciba toda su digna familia, su noble y abnegada esposa, sus hijos, nuestros dilectos amigos, un tributo de admiración, un cálido homenaje de afecto, reconocimiento, respeto, y un abrazo fraterno y solidario.
Una persona como Rubén nunca muere, se siembra.
Rubén, Maestro, Amigo para siempre:
Texto cortesía de: Oswaldo Cárdenas Herrera, Carmen Vintimilla de C.