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18/08/2024De terror calificamos la proliferación de incendios forestales en nuestro país, temática que ha despertado un interés mediático y social, ocupando los titulares de los medios de comunicación, bien porque tristemente afecta a un espacio protegido, amenaza a núcleos de población, termina con víctimas mortales o porque quema una gran superficie de monte. Sin embargo, la comunicación que se hace en estas crisis no siempre ayuda a trasladar a la sociedad una información veraz sobre qué hay detrás de los incendios forestales.
Aún persisten falsas creencias, arraigadas en la población, que se repiten año tras año, a modo de leyendas, que desvían la atención de las verdaderas causas y dificultan la búsqueda de efectivas soluciones.
El uso del fuego como herramienta de gestión en el medio rural, es en gran parte responsable de la alta siniestralidad, teniendo en cuenta que el 95% de los incendios responden a causas antrópicas. El estado ecuatoriano debe aspirar a una reducción más contundente, a través de la puesta en marcha de programas de intervención social que persigan la búsqueda de alternativas al uso del fuego en el medio rural. Los organismos competentes deben además atender las necesidades de gestión, entre otros, mediante quemas controladas, allá donde sea apropiado y no comprometa la conservación de la biodiversidad.
Tampoco es preciso el endurecimiento de las penas, como se apunta desde algunos sectores cada vez que ocurren episodios de estas características, como populismo penal. La legislación establece fuertes para los autores de incendios, por atentar contra los derechos de la naturaleza. El gran reto al que nos encontramos es judicial, porque hay que incrementar el porcentaje de responsables identificados y condenados por prender fuego. En la actualidad apenas se identifica al tres por ciento de los causantes de incendios y un muy pequeño porcentaje cumple condena. Pero también hay un importante reto social para resolver el actual comportamiento incendiario.
Las condiciones meteorológicas tienen mucho que ver, pero, sobre todo, forman parte de un modelo territorial donde no hay gestión ni planificación alguna. El cambio climático está debilitando a los bosques, aumentando la cantidad y continuidad de vegetación seca y, por ende, su inflamabilidad y combustibilidad. El cambio climático desempeña un papel clave en la propagación de los fuegos. Los incendios forestales se han convertido en una amenaza global que se extiende a los 365 días del año. Es una tragedia ambiental y social que arrasa cada año miles de hectáreas, acabando con la vida de de animales y de seres humanos. (O)